Estúpida y masoquista

Suena el despertador, hoy no tengo clase, me tapo la cabeza y me creo una especie de refugio con las mantas; miro el móvil, hoy hay ensayo, las flacas me proponen desayunar y mi madre ir a dar una vuelta. Ni siquiera respondo, hoy no necesito poner excusas, hoy simplemente no me levantaré. Toda la semana he estado intentando obligarme a salir de la cama, casi siempre lográndolo, pero hoy no. Hoy que le den a todo. Termino por levantarme, hago una breve excursión a la cocina porque sé que hoy voy a caer y no tengo fuerzas para luchar conmigo misma, hoy dejo que gane la enfermedad (¿Sólo hoy o gana siempre?); cojo unos cuantos libros, necesito evadirme de la realidad, y me vuelvo a la cama. De nuevo me levanto, el estómago lleno de unas galletas que ni siquiera me gustan, voy al baño y expulso mis demonios. Ahora me siento peor, mucho peor. El espejo me devuelve una imagen que detesto, y palpo mi cintura, mi clavícula, buscando los huesos, respirando aliviada dos segundos al ver que siguen allí, no han desaparecido tras una capa de grasa. Ahora la báscula... Me rio de la cifra, "puta foca", habrá que ponerle remedio a eso... Vuelta a mi habitación.
Abro mi baúl, lleno de recuerdos y empiezo a mirarlos, sabiendo que esto me hace sentir peor (ahora soy masoca, que bonito). En mi cabeza sólo hay kilos y recuerdos de un pasado que ya no volverá. El dolor emocional me nubla, pero recibo un mensaje. Mi ahijada actúa hoy en su colegio y le prometí que iría, su padre me lo recuerda... ¿Alguna vez le he fallado? No. Y no va a ser hoy la primera, esa niña se merece todo y yo no pienso fastidiarle su día.
Mi cabeza va a estallar, sé lo que necesito, lo que llevo años negándome, pero hoy voy a caer del todo. Cojo la cuchilla, vieja amiga, y surca mi piel rauda, igual de raudo que desaparece la presión en mi cabeza, como si saliese a la vez que la sangre.
Mis demonios me abandonan... Ya me han jodido por hoy, seguro que mañana vuelven (¿Por qué engañarme? Mi demonio soy yo misma, nunca me libraré). Curo la piel, porque curar la mente me es imposible y evito pensar que he roto mis propias promesas. Cojo los cascos, me visto y me voy a correr... Esta tarde estaré ahí, sonriendo, aunque por dentro esté llorando...
Estúpida y masoquista... ¿Cuándo aprenderás?