lunes, 8 de marzo de 2021

8M

Hoy, como cada 8 de marzo, celebramos la alianza entre mujeres para defender todos esos derechos que tanto costó conseguir y que gracias a la unión de muchas mujeres poseemos actualmente.

Hoy y siempre somos el grito de las que ya no están, somos las que vendrán, somos TODAS.

Hoy gritamos ¡BASTA! 

Basta de violencia, de machismo, de marginación, de normalizar lo que no tiene justificación alguna. Basta de llamarnos locas, de llamar a una mujer puta por vivir su sexualidad libremente sin hacer daño a nadie, y de intentar llevar al terreno político una lucha que va más allá de eso, de cerrar los ojos y hacer como que no pasa nada.

Somos mucho más que cuidadoras, madres u objetos sexuales, somos personas y  queremos igualdad, porque el feminismo es eso, igualdad, y no superioridad como algun@s se empeñan en decir. 

Queremos salir y no tener miedo, ser escuchadas y no humilladas. Queremos vivir y que el mundo entienda que nosotras decidimos el cuándo, el dónde y el con quién. Queremos dejar de ser juzgadas por cómo vestimos o por hacer cosas que "no son de mujeres", no somos princesas que necesitan ser rescatadas, somos el jodido dragón, somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar y que hoy luchan por la libertad para sentir, pensar, amar, acostarse con quién quieran y vivir como quieran desde el respeto y sin ser juzgadas, que nuestro cuerpo es solo nuestro y que no somos propiedad de nadie excepto de nosotras mismas.

Hoy, la lucha continua y todavía queda mucho por hacer, porque mientras se siga asesinando o maltratando a mujeres por el hecho de serlo, días como el de hoy seguirán siendo necesarios, y por eso tenemos que estar unidos, todos, porque esto no es solo cosa de las mujeres, es cosa de todos, hombres y mujeres, aunque hoy es nuestro día, hoy hablo de nosotras, de unión, de sororidad, de vida y de amor.

Porque JUNTAS SOMOS MÁS.



[Créditos de la imagen a quién correspondan]


lunes, 1 de marzo de 2021

Inmarcesible

Así son los recuerdos. 

Inmarcesibles.

Inmarchitables.

Y recordar ciertas cosas es más duro de lo que pensé, imagino que porque no eran cosas de esas que mi mente ya tiene trilladas de tanto repasar.

Hasta ahora mi mente siempre liberaba el recuerdo como si estuviese deseosa de hacerlo. 

Pero esta vez no.

Esta vez notaba cómo todo quería salir y cómo mi mente luchaba contra eso, notaba el mareo, la neblina que no me dejaba pensar e incluso sentí que me iba a desmayar. 

Mi cuerpo se quedó helado, tenso, listo para huir mientras mi estómago se retorcía. También pensé que iba a vomitar.

Y justo cuando empezaba a atisbar una imagen mental, el recuerdo se fue, se desvaneció enterrado de nuevo en las profundidades de mi subconsciente.

Y me alegré. Me alegré de no poder acceder al maldito recuerdo porque el hecho de que mi mente lo bloquease significaba que era demasiado doloroso de recordar.

Quería simplemente olvidarlo. 

Lo quiero todavía.

Que desaparezca, que se entierre tan profundo que no tenga posibilidad de salir de ahí.

Pero sé que eso no es posible. 

Sé que esta vez no va a ser decisión mía, porque lo que yo quiero no es lo correcto.

Y porque los recuerdos no se borran por arte de magia, no desaparecen por mucho que los ignores, no, son como tatuajes en la mente, permanentes, inmarchitables, imborrables.

Y eso asusta, pero sé que aunque mi mente me grite que voy a estrellarme a veces es necesario acelerar y acudir al encuentro del suelo, abrazar la caída para después remontar el vuelo una vez más.

Y otra.

Las veces que sean necesarias, porque da igual cuántas caídas o tropiezos tengas, lo importante es levantarse a pesar de las heridas, a pesar de los daños.

A pesar del dolor.