Está siendo duro, más de lo que me imaginé, convivir con ese monstruo llamado pasado que se burla diciéndome que, por mucho que corra, siempre me alcanzará. Pensamientos que no son míos y a la vez lo son, oscuros, dañinos, llenos de miedo.
Miedo. Esa es la sensación. Siempre presente, siempre al acecho... Miedo por un pasado lleno de errores, un presente que se tambalea a causa de esos errores y un futuro incierto. Y saber que la culpa es mía.
Continuo abrazando mi cuerpo, acariciando mi mente, pidiéndome perdón por todas las veces que actué contra mí misma, por todo el dolor causado, todas las somatizaciones que torturan a mi cuerpo a la mínima... Me abrazo y me felicito por seguir en pie, por luchar contra esos monstruos que forman parte de mí, esos demonios que conforman mi infierno personal y que desde que empecé a luchar con más fuerza que nunca, sabiendo que era mi última oportunidad, se aferran a mí, tratando de quedarse y que me pierda a mí misma; pero sé que no podrán, no puedo ni quiero permitirlo, no puedo (ni quiero) seguir viviendo con miedo.
Y me permito llorar, aliviar ese nudo, esa sensación de desbordamiento, entrar en calor después de sentirme helada por dentro, me permito sentir todo de golpe, sin barreras, sin luchar, en un momento de intimidad y vulnerabilidad máximas conmigo misma. Sí, vulnerabilidad, porque todas las barreras han caído.
Amaia Montero está sonando, Beret como próxima canción en modo aleatorio... me hacen sentir mejor, me reconfortan entre el bramido del agua que sale por la alcachofa de la ducha a una temperatura lo suficientemente alta como para relajar mi cuerpo entero.
Finalmente dejo que del agua fría caiga sobre mí, recordándome que es hora de volver a mi lucha particular, de respirar hondo, abrazar la calma y salir al mundo dándole una patada a esos miedos y diciéndome que llegará pronto ese reencuentro, que todo irá bien... porque no puedo concebir el resultado contrario, no quiero, quiero ganar esta lucha de una vez, que ganemos ese ansiado "todo está bien, sin tambalearse, seguro y fuerte".
Salgo de la ducha, limpiando el vaho del espejo mientras me envuelvo en una toalla y (me) sonrío; no es la mejor sonrisa pero es un avance y tengo confianza en que pronto las lágrimas dejen de ser una constante y lo sea la risa. Cada vez más cerca, cada vez con más esperanza en alejarme del borde del precipicio y abrazar la paz conmigo misma. Cada vez más cerca de perdonarme y amarme sin reservas, pero de momento toca (re)construirse.
Espero que todos vosotros y vuestro entorno estéis bien, ya sabéis que me tenéis a un silbido (o mail) de distancia.
Hasta la próxima y recordad que os leo en el correo del blog.
❤️