lunes, 19 de agosto de 2019

Vuelta.

Como las hojas cuando se acerca el otoño, que sienten que es momento de caer, así me siento yo contemplando el final de un verano lleno de instantes buenos pero también algunos malos.
Mi mente sabe que es hora de volver a la rutina, de trabajar más que nunca para alcanzar mis metas, pero también desearía quedarme así, o parcialmente así, ya que no se puede vivir en un verano eterno que acabaría siendo la rutina de la que huyo. La vuelta significa extrañar; extrañar el sillón verde, la cama que cruje a cada movimiento, la música en el baño, las magdalenas en el armario y los helados que se acaban demasiado rápido... extrañar ir de compras al Aldi, al cine o al chino a por regalices pero, sobre todo, extrañarlo a él y maldecir los kilómetros que nos separan.
Puta rutina, puta distancia...
Benditas las fechas que nos veremos y, a la vez, malditas por pasarse en un suspiro mientras que el tiempo entre medias dura una eternidad...
Ánimo a todos los que volvéis a vuestras rutinas, pensad que no son eternas aunque lo parezcan.