martes, 30 de noviembre de 2021

30N

 "Contarlo fue lo peor. Decir en alto que había vuelto a caer fue como confesar el peor pecado del mundo. A cada palabra sentía que me partía por dentro. Me abrazaba a mí misma por miedo a romperme en pedazos, sin entender todavía que ya me había destruido. Una vez más. Ya está, había jugado mi partida y había perdido, mi barra de vida estaba prácticamente vacía y ya no tenía fuerzas ni ganas para seguir luchando. El monstruo había vuelto, aunque tal vez nunca se fue, puede que incluso ese monstruo sea yo. Estoy en el infierno y lo peor es que lo siento como mi casa, como si los demonios que me acosan fuesen viejos amigos; amigos que me susurran sin descanso palabras llenas de odio que vuelvo a creerme. En mi mente ya solo hay cansancio y números, cifras que me gritan la palabra "gorda", que me dicen que soy una decepción, un fracaso. Se burlan recordándome que he fallado a todo el mundo. De nuevo. Mientras que yo solo quiero cerrar los ojos y dormir".


Esto lo escribí en 2015 y decidí guardarlo junto a las fotos de ese año para recordarme el lugar al que no quiero volver. Al final me rendí, dejé de luchar cuando entendí que la guerra era contra mí misma y que seguir luchando me llevaría a perder(me) de nuevo. Sentía que ya no había salida y decidí dejarme ayudar y cambiar de estrategia, empezar a quererme y a aceptar a esos demonios. Tampoco fue fácil, e incluso a veces dolía más que mi lucha anterior, pero poco a poco comencé a escuchar a esa niña que lo único que me pedía era atención y amor propio. Y entonces los gritos de los demonios se convirtieron en susurros, hasta que se hizo prácticamente el silencio, y he dicho prácticamente porque a día de hoy todavía hay momentos en los que puedo oírlos, solo que ya no lucho contra ellos, ahora les digo que entiendo el porqué están ahí, pero que ya no son necesarios. A veces se van rápido y otras tardan un poco más, pero esta vez sé cómo tratar con ellos sin destruirme a mí por el camino. Y sé que, si algún día dejo de poder, pedir ayuda no me convierte en un fracaso ni en una decepción, sino en alguien que quiere seguir viviendo, aceptándose y queriéndose.

Un año más, recuerdo este día:

#diainternacionaldelaluchacontralostca




miércoles, 15 de septiembre de 2021

Dialogar, aceptar y abrazar

Llevo mucho tiempo sin pasarme por aquí, aunque se me han ocurrido mil entradas distintas en estos meses. La verdad es que he pasado de la disociación a que todo caiga sobre mí como una losa. 

Una losa muy pesada. 

Y aunque ha sido algo muy difícil y doloroso para mí (¿cuándo no lo es?), decidí enterrar el hacha de guerra y sentarme a dialogar con mi parte enferma. 

Y no fue suficiente. La odiaba con todas mis ganas y eso hacía que no pudiese entenderla, así que tuve que ir acercándome hasta poder abrazarla y empezar a quererla, igual que hice en su día con mi niña interior. No ha sido agradable, han sido muchos días en contacto con ella, con la niña, con todo mi ser, y a pesar de mi caos interno la vida seguía, no podía pararme, al igual que tampoco podía dejar de llorar. 

Y así es como sigo hoy, dejando atrás la disociación que me mantenía en una burbuja, llorando para que se deshaga el nudo que tantos años lleva atenazando mi garganta y así poder aprender a autorregularme de forma sana, aprendiendo sobre mí misma y sobre el porqué de mis pensamientos y acciones, sintiéndome, aceptándome, comprendiéndome y, sobre todo, perdonándome por tantos años maltratándome física y mentalmente. Creo que por fin estoy aprendiendo a cuidarme, a escuchar tanto a mi cuerpo como a mi mente y, aunque no siempre lo logro, cada vez me cuesta menos y se me da mejor. 

Todavía tengo muchos pensamientos intrusivos de esa parte enferma que tanto tiempo lleva conmigo y que tiene miedo a irse, pero sé que me está intentando proteger a su manera, aunque ya no lo necesite. He tardado mucho tiempo en tolerarla y ahora intento aceptarla, abrazarla y quererla hasta que se marche en paz, aunque haya días que todavía la odie y trate de luchar contra ella. Y es que la recuperación no es lineal, aunque ojalá lo fuese, y siempre hay que apoyarse en las personas que nos quieren. En mi caso mi pareja, mis amigos y mi familia son como siempre mis pilares fundamentales, pero también me están ayudando mi psicólogo y mi psiquiatra, lo cual es muy necesario cuando se llega a un punto en el que ves que no puedes hacerlo solo. Y es que no pasa nada por pedir ayuda, es un acto valiente y el primer paso para empezar a sanar. En este tiempo también me ha ayudado mucho la lectura, sobre todo leer a la psicóloga Paula Marín en redes sociales, y la verdad es que, casualidad o no, muchos de sus textos han aparecido en el momento indicado, justo cuando necesitaba leer algo así. 

Gracias por leerme una vez más, espero que estéis todos bien. Como despedida, os dejo por aquí uno de esos textos que tanto me han ayudado:

La vida es cómo es, no como queremos que sea. Y hay cosas en las que tenemos control y podemos hacer algo, y hay cosas en las que no, y nos toca aceptarlas.

Y aceptar algo con lo que no estás de acuerdo o te hace daño, jode.

Jode mucho.

Pero es lo que hay, y cuanto antes lleguemos a entender esto, antes dejaremos de estar navegando en mares que nos van a tragar, sí o sí. Y podremos cambiar de mar, ir en otra dirección o, si no queda otra, flotar en el agua hasta que el mar nos engulla.

Porque a veces lo único que queda es sobrevivir, y en lo que sí que tenemos un poco de poder, es en la decisión de cómo hacerlo.

Si quieres sigue luchando contra las olas, sigue gastando energía en ellas y sigue revolviéndote contra aquello que no va a cambiar.

Es tu derecho.

Pero yo llevo tiempo aprendiendo que hay hostias que por mucho que las vea venir, que sepa defenderme o que quiera huir de ellas, me van a dar en la cara.

domingo, 4 de abril de 2021

Reír, recordar y... olvidar.

En mi familia materna siempre ha habido personas con buena voz para cantar, de hecho, mi madre es una de ellas, aunque casi nunca la oirás cantar a no ser que esté muy feliz.
Ayer volví a oír su voz cantando esas estrofas que no había vuelto a escuchar desde que mi abuela murió.

"...Son tus perjúmenes, mujer
Los que me sulibeyan..."

Estábamos en familia y quien me conoce sabe que cantar y bailar me da mucha vergüenza, es algo que me cuesta mucho, pero fue oírla y todos la seguimos.

"Siempre que te pregunto
Qué, cuándo, cómo y dónde
Tú siempre me respondes
Quizás, quizás, quizás..."

Mis sobrinas nos miraban como si nos hubiésemos vuelto locos, y a lo mejor lo estábamos, pero ver a mi madre reírse así después de verla día tras día sin ganas de otra cosa que no sea estar en la cama, fue un soplo de aire.

"Bésame, bésame mucho,
como si fuera esta noche la última vez..."

Podía ver el brillo en los ojos de mi padrastro mientras la sacaba a bailar, la emoción de mi tío y la felicidad de todos nosotros mientras reíamos, cantábamos y recordábamos todas esas veces en las que animábamos a la abuela a cantar, ella se resistía y al final terminaba por hacer de directora de orquesta hasta que la ocasión se convertía en nuestra fiesta particular.

"A mí, me gusta el pipiripí pipí,
con la bota empinar parara papá,
con el pipiripí pipí
con el paparapa papá..."

Reímos, cantamos, bailamos, recordamos y... olvidamos.
Sí, olvidamos.
Olvidamos todo lo malo por unos instantes, dejamos atrás todos los problemas, el dolor y cualquier cosa negativa que hubiese. Siempre hay que volver a la realidad y dicen que todo lo bueno se acaba, pero a pesar de que mi madre hoy volvía a estar mal, mientras escribo esto puedo escuchar como antaño la música que suena desde la cocina y eso, amigos, eso es...

VIDA.

"Beso a beso me enamoré de ti,
Beso a beso me enamoré de ti
y jugando al amor nos encontró." 




lunes, 8 de marzo de 2021

8M

Hoy, como cada 8 de marzo, celebramos la alianza entre mujeres para defender todos esos derechos que tanto costó conseguir y que gracias a la unión de muchas mujeres poseemos actualmente.

Hoy y siempre somos el grito de las que ya no están, somos las que vendrán, somos TODAS.

Hoy gritamos ¡BASTA! 

Basta de violencia, de machismo, de marginación, de normalizar lo que no tiene justificación alguna. Basta de llamarnos locas, de llamar a una mujer puta por vivir su sexualidad libremente sin hacer daño a nadie, y de intentar llevar al terreno político una lucha que va más allá de eso, de cerrar los ojos y hacer como que no pasa nada.

Somos mucho más que cuidadoras, madres u objetos sexuales, somos personas y  queremos igualdad, porque el feminismo es eso, igualdad, y no superioridad como algun@s se empeñan en decir. 

Queremos salir y no tener miedo, ser escuchadas y no humilladas. Queremos vivir y que el mundo entienda que nosotras decidimos el cuándo, el dónde y el con quién. Queremos dejar de ser juzgadas por cómo vestimos o por hacer cosas que "no son de mujeres", no somos princesas que necesitan ser rescatadas, somos el jodido dragón, somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar y que hoy luchan por la libertad para sentir, pensar, amar, acostarse con quién quieran y vivir como quieran desde el respeto y sin ser juzgadas, que nuestro cuerpo es solo nuestro y que no somos propiedad de nadie excepto de nosotras mismas.

Hoy, la lucha continua y todavía queda mucho por hacer, porque mientras se siga asesinando o maltratando a mujeres por el hecho de serlo, días como el de hoy seguirán siendo necesarios, y por eso tenemos que estar unidos, todos, porque esto no es solo cosa de las mujeres, es cosa de todos, hombres y mujeres, aunque hoy es nuestro día, hoy hablo de nosotras, de unión, de sororidad, de vida y de amor.

Porque JUNTAS SOMOS MÁS.



[Créditos de la imagen a quién correspondan]


lunes, 1 de marzo de 2021

Inmarcesible

Así son los recuerdos. 

Inmarcesibles.

Inmarchitables.

Y recordar ciertas cosas es más duro de lo que pensé, imagino que porque no eran cosas de esas que mi mente ya tiene trilladas de tanto repasar.

Hasta ahora mi mente siempre liberaba el recuerdo como si estuviese deseosa de hacerlo. 

Pero esta vez no.

Esta vez notaba cómo todo quería salir y cómo mi mente luchaba contra eso, notaba el mareo, la neblina que no me dejaba pensar e incluso sentí que me iba a desmayar. 

Mi cuerpo se quedó helado, tenso, listo para huir mientras mi estómago se retorcía. También pensé que iba a vomitar.

Y justo cuando empezaba a atisbar una imagen mental, el recuerdo se fue, se desvaneció enterrado de nuevo en las profundidades de mi subconsciente.

Y me alegré. Me alegré de no poder acceder al maldito recuerdo porque el hecho de que mi mente lo bloquease significaba que era demasiado doloroso de recordar.

Quería simplemente olvidarlo. 

Lo quiero todavía.

Que desaparezca, que se entierre tan profundo que no tenga posibilidad de salir de ahí.

Pero sé que eso no es posible. 

Sé que esta vez no va a ser decisión mía, porque lo que yo quiero no es lo correcto.

Y porque los recuerdos no se borran por arte de magia, no desaparecen por mucho que los ignores, no, son como tatuajes en la mente, permanentes, inmarchitables, imborrables.

Y eso asusta, pero sé que aunque mi mente me grite que voy a estrellarme a veces es necesario acelerar y acudir al encuentro del suelo, abrazar la caída para después remontar el vuelo una vez más.

Y otra.

Las veces que sean necesarias, porque da igual cuántas caídas o tropiezos tengas, lo importante es levantarse a pesar de las heridas, a pesar de los daños.

A pesar del dolor.






martes, 19 de enero de 2021

5 años

Aún me cuesta creer que ya hayan pasado 5 años desde que no estás. 

Y, a su vez, el tiempo se ha hecho eterno.

Todavía sigo entrando a veces con la sensación de que te encontraré en tu sillón esperándome.

O que haremos canelones juntas. O que me enseñarás a cocinar. O que me sentaré delante de ti y me peinarás como solías hacer.

Te admiraba. Te admiro. Nunca vi una mujer tan fuerte, sabía, honrada y buena como tú. En el pueblo decían que te habías ganado el cielo, y así era. La vida no te lo puso nada fácil, pero siempre te mantuviste en pie, diciendo que todas las cosas tienen su lado bueno.  

Extraño mucho tus abrazos y tus consejos, fuiste mi segunda madre, la que estuvo ahí cuando nadie más sabía lo que estaba pasando. Pero tú sí, tú siempre sabías y me sacabas del pozo sin reproches, con amor y comprensión.

A pesar del tiempo aún no he asimilado que te hayas ido, hay días que tu ausencia se transforma en un nudo en la garganta y hace que todo parezca más difícil.

Luchaste hasta el final, hasta por fin descansar de esa enfermedad que tanto terror provoca en mí.  Hay tantas cosas que me pediste y que no he hecho... Y, aún así, sé que no estás enfadada por ello, sé que lo entiendes. 

Recuerdo ese último día en el que me aferraba a ti, a punto de dormirte, en el que solo podía pedir a Dios que te curases, aún sabiendo que era algo imposible. 

Recuerdo que me miraste con tus ojos azules como ese cielo al que estabas a punto de partir, esos ojos que parecían saberlo todo, y que me dijiste "estoy tan cansada..." antes de  cerrarlos por última vez.

Y, de repente, te habías ido. En silencio, como queriendo no molestar. 

Silencio... esa mañana recuerdo que me desperté porque todo estaba demasiado en silencio. Y entonces te vi y supe que ya no estabas, que te habías convertido en esa pluma en la que decías que te convertirías al morir y que estabas volando hacia el cielo, libre y sin dolor por fin.

Tengo tanto miedo de olvidar el sonido de tu voz... Y, sin embargo, no tengo miedo de olvidar tu rostro, tus enseñanzas, tu amor... porque sé que eso es imposible.

¿Y sabes porqué es imposible? 

Porque te llevo tatuada en la piel y en el corazón, en un rincón donde puedo abrazarte y donde eres eterna.

Siempre, yaya ❤️


viernes, 1 de enero de 2021

¡Feliz año 2021!

 Adiós, 2020.

No creo que te eche de menos, aunque sí debo darte las gracias por todas las cosas que me has enseñado.

Gracias a ti he aprendido a valorar lo que tengo y a no dar nada por sentado, porque en cualquier momento lo puedo perder. 

Han sido 365 días con sus luces y sombras, como todos los años, como la vida misma. Me gustaría decir que fuiste el mejor año pero has sido uno de los más duros, la verdad es que muchas veces pensé que no lo conseguiría, más incluso de las que me gustaría admitir.

En enero trajiste a María, el regalo más buscado desde hacía tiempo, y por ello doy gracias.

En febrero y marzo pude viajar un par de veces, pequeñas escapadas que sirvieron para recargar pilas para lo que vendría después, aunque entonces no tenía ni idea de lo que se avecinaba, solo pensaba en que tendría tiempo para hacer todo lo que tenía en mente. 

Pero no.

Viniste con un virus que hizo temblar al mundo y que paralizó nuestras vidas. 

¿Quién nos iba a decir que extrañaríamos cosas tan simples como tomar un café, ir al cine o dar un abrazo? Nunca lo hubiésemos imaginado, pero así fue. 

Has sido un año lleno de caos, incertidumbre e incomprensión, pero también has tenido cosas buenas, porque aún sin entender nada y con un confinamiento de por medio, nos unimos para aplaudir a todos los sanitarios que estaban en primera línea, que sufrían mientras luchaban incansablemente contra el virus. Mi agradecimiento para ellos y para todas esas personas que han sido esenciales para seguir cada día: policías, repartidores, personal de supermercados, de limpieza y un largo etcétera de trabajadores esenciales que lo habéis hecho todo más fácil.

Pero a pesar de esas cosas que nos han unido, otras muchas nos han separado, haciendo que muchas veces perdiese la fe en la humanidad, aunque luego siempre ha ocurrido algo que ha hecho que la recuperase. Se suponía que esta pandemia nos iba a hacer una mejor sociedad, unas mejores personas, pero no lo tengo tan claro, ojalá me equivoque y que al final así sea.

2020, te has llevado millones de vidas y has destrozado otras tantas, te has llevado a muchos de nuestros mayores, pero también has hecho que veamos lo importante que es la salud y el largo camino que todavía nos queda por recorrer hasta que le demos la importancia que realmente merece y entendamos que es una prioridad y que hay que invertir más en sanidad. Un buen ejemplo es la vacuna, que gracias a la inversión que se ha hecho en investigación ha llegado más rápido de lo normal y con la esperanza de que esto acabe pronto, así que imaginad lo que se avanzaría con una mayor inversión en sanidad.

Y hablando de salud, no hay que olvidar que este año se ha puesto de manifiesto una vez más la importancia de la salud mental. Esta pandemia ha repercutido en la salud mental de todos y eso debería de ser motivo suficiente para reflexionar y contratar más psicólogos que puedan cubrir las necesidades de la población. Pero no. No ha sido así, al menos todavía no, y las unidades de salud mental siguen colapsadas, sin poder atender a muchas personas que necesitan ayuda y sin recursos para dar una buena atención a las que ya atienden. Desde aquí animo a mis compañeros a seguir luchando por dar visibilidad a nuestra profesión y por no decaer, somos muy necesarios y ojalá algún día el mundo entienda que no hay salud sin salud mental. 

Y mientras todo se derrumbaba, la naturaleza crecía y se expandía, recuperando junto con los animales una parte de su hogar, ese que les arrebatamos, la contaminación disminuía y el planeta sanaba un poco de todo el daño que le hemos hecho. Ojalá tomemos conciencia antes de que sea tarde de que no hay un planeta B, esto es lo que tenemos y lo estamos destruyendo, los seres humanos estamos siendo como un virus para el planeta, lo estamos destrozando y solo nosotros podemos pararlo. 

Deseo que este 2020 haya servido para eso, para parar y reflexionar sobre todo lo que hay que cambiar y para poner en marcha dichos cambios.

2020, has sido como una pesadilla de la que aún no hemos despertado, fue como si el tiempo se detuviese y a la vez pasase volando.

Personalmente, me siento afortunada de tener a mis seres queridos conmigo, de tener un techo y comida sobre la mesa, y le pido al 2021 que eso no cambie y que, a ser posible, me traiga una plaza PIR.

Este año se ha ido dejándome exhausta mentalmente, ha sido una lucha constante contra esa parte de mí que quería rendirse, ha habido momentos en los que realmente he sentido que no podía más, en los que he deseado dormir y no pensar más, pero en todos ellos y muchas veces de forma inconsciente, mi pareja, mi familia y mis amigos, han hecho que encuentre la fuerza necesaria para seguir. 

Sin duda, ellos son lo mejor de mi 2020 y de mi vida en general. GRACIAS.

2020, te cierro la puerta y doy la bienvenida al primer día de 2021, pidiéndole que nos traiga salud, felicidad y fuerzas para luchar por nuestros sueños.

Deseo que estéis todos bien, gracias por leerme un año más y por cada mensaje recibido, os deseo todo lo mejor en este nuevo año que acaba de llegar y, por favor, no olvidéis ser responsables, este virus lo tenemos que parar entre todos y ya habrá tiempo de montar fiestas y de hacer mil cosas juntos. 

Así que ¡FELIZ AÑO!

2021, vamos a llevarnos bien ❤️