miércoles, 15 de septiembre de 2021

Dialogar, aceptar y abrazar

Llevo mucho tiempo sin pasarme por aquí, aunque se me han ocurrido mil entradas distintas en estos meses. La verdad es que he pasado de la disociación a que todo caiga sobre mí como una losa. 

Una losa muy pesada. 

Y aunque ha sido algo muy difícil y doloroso para mí (¿cuándo no lo es?), decidí enterrar el hacha de guerra y sentarme a dialogar con mi parte enferma. 

Y no fue suficiente. La odiaba con todas mis ganas y eso hacía que no pudiese entenderla, así que tuve que ir acercándome hasta poder abrazarla y empezar a quererla, igual que hice en su día con mi niña interior. No ha sido agradable, han sido muchos días en contacto con ella, con la niña, con todo mi ser, y a pesar de mi caos interno la vida seguía, no podía pararme, al igual que tampoco podía dejar de llorar. 

Y así es como sigo hoy, dejando atrás la disociación que me mantenía en una burbuja, llorando para que se deshaga el nudo que tantos años lleva atenazando mi garganta y así poder aprender a autorregularme de forma sana, aprendiendo sobre mí misma y sobre el porqué de mis pensamientos y acciones, sintiéndome, aceptándome, comprendiéndome y, sobre todo, perdonándome por tantos años maltratándome física y mentalmente. Creo que por fin estoy aprendiendo a cuidarme, a escuchar tanto a mi cuerpo como a mi mente y, aunque no siempre lo logro, cada vez me cuesta menos y se me da mejor. 

Todavía tengo muchos pensamientos intrusivos de esa parte enferma que tanto tiempo lleva conmigo y que tiene miedo a irse, pero sé que me está intentando proteger a su manera, aunque ya no lo necesite. He tardado mucho tiempo en tolerarla y ahora intento aceptarla, abrazarla y quererla hasta que se marche en paz, aunque haya días que todavía la odie y trate de luchar contra ella. Y es que la recuperación no es lineal, aunque ojalá lo fuese, y siempre hay que apoyarse en las personas que nos quieren. En mi caso mi pareja, mis amigos y mi familia son como siempre mis pilares fundamentales, pero también me están ayudando mi psicólogo y mi psiquiatra, lo cual es muy necesario cuando se llega a un punto en el que ves que no puedes hacerlo solo. Y es que no pasa nada por pedir ayuda, es un acto valiente y el primer paso para empezar a sanar. En este tiempo también me ha ayudado mucho la lectura, sobre todo leer a la psicóloga Paula Marín en redes sociales, y la verdad es que, casualidad o no, muchos de sus textos han aparecido en el momento indicado, justo cuando necesitaba leer algo así. 

Gracias por leerme una vez más, espero que estéis todos bien. Como despedida, os dejo por aquí uno de esos textos que tanto me han ayudado:

La vida es cómo es, no como queremos que sea. Y hay cosas en las que tenemos control y podemos hacer algo, y hay cosas en las que no, y nos toca aceptarlas.

Y aceptar algo con lo que no estás de acuerdo o te hace daño, jode.

Jode mucho.

Pero es lo que hay, y cuanto antes lleguemos a entender esto, antes dejaremos de estar navegando en mares que nos van a tragar, sí o sí. Y podremos cambiar de mar, ir en otra dirección o, si no queda otra, flotar en el agua hasta que el mar nos engulla.

Porque a veces lo único que queda es sobrevivir, y en lo que sí que tenemos un poco de poder, es en la decisión de cómo hacerlo.

Si quieres sigue luchando contra las olas, sigue gastando energía en ellas y sigue revolviéndote contra aquello que no va a cambiar.

Es tu derecho.

Pero yo llevo tiempo aprendiendo que hay hostias que por mucho que las vea venir, que sepa defenderme o que quiera huir de ellas, me van a dar en la cara.