jueves, 25 de julio de 2019

Verano

Casi dos meses desde la última entrada y no es por falta de ganas de escribir sino por falta de tiempo.
No, no he dejado el blog pero termino los días con ganas de irme a dormir después de la autoescuela, estudiar... y disfrutar, claro.
Me sorprende cómo estoy cambiando en este último año; no sé si realmente es tan perceptible como lo siento yo pero el cambio está ahí.
He hecho cosas que no pensé que haría nunca y creo que ahí está la clave, en abrir puertas cerradas con el "no puedo", como dice la canción. Y ese es mi problema, que he vivido diciéndome que no podía o que no debía cuando lo único que me lo impedía era el miedo, era yo misma.
He aprendido que el primer te quiero debe de ser el que me diga a mí misma porque si yo no me quiero entonces nada va bien; he aprendido a aceptar cada una de mis imperfecciones, a callar la voz que me decía que no merecía la pena, a ver más allá de mi imagen en el espejo.
Aún me queda mucho, muchísimo, por avanzar pero estoy en el camino correcto, ahora lo sé, estoy dónde quiero estar y haciendo lo que quiero, cumpliendo mis sueños o al menos intentándolo.
Y sí, hay días malos, días en los que las lágrimas acuden a mí y se niegan a irse sin ser derramadas pero ahora sé que debo permitirme esos días, desahogarme, escuchar lo que mi cuerpo y mi mente me están diciendo y no ignorarlos como siempre he hecho. Sé que los días malos acaban cuando el sol vuelve a salir y por eso me permito llorar, porque sé que durante demasiado tiempo me lo prohibí y ahora necesita salir.
Me he prometido a mí misma mimarme, cuidarme, porque no hay nada seguro excepto que nuestro cuerpo y nuestra mente son nuestro templo, nuestro hogar, y como tal deben ser cuidados.
Estoy con la persona que amo, tengo familia y amigos que me quieren y me apoyan y soy feliz, estoy viviendo en vez de limitarme a sobrevivir. Voy a examinarme este lunes del práctico de conducir, en septiembre seré psicóloga oficialmente y voy camino de hacer las oposiciones y el máster con el que siempre soñé. Y sé que nada será fácil, la subida requiere esfuerzo pero las vistas desde la cumbre de un sueño realizado son una de las mejores sensaciones. Físicamente aún sé que no estoy bien, pero he aprendido incluso a aceptar y asimilar eso, aunque no pienso rendirme, pienso llegar al punto de poder decir: estoy bien.

Y ese sería el resumen de este año... Ahora voy a seguir disfrutando del regalo más valioso: de la vida. No hace falta que os recuerde que estoy disponible en el correo para todas aquellas personas que están en su lucha particular, que siempre estoy dispuesta a escuchar y tratar de ayudar.

¡Buen verano!