jueves, 14 de diciembre de 2017

Yayas ❤

Son días de pesadillas, de ojos rojos de tanto llorar, de temblor en las manos... Y son fechas difíciles. Aún estoy tratando de entender porqué sucedió. Mi corazón grita que debí haber ido más, haber prestado más atención, y ahora no estás, yaya. Ojalá pudiese decirte que sí, que me tatuaría tu nombre como tú querías, pero que en realidad ya te llevo tatuada en el corazón. Seguro que tú entenderías las promesas que debo cumplir.
La familia está rota y me duele. No debería de dolerme porque traté de encajar mil veces pero no sé evitarlo. Supongo que quiero que me acepten. 
Mi alma está llena de ira hacia mí ahora mismo, yaya, si tan solo no hubiese estado cegada por esas prácticas... Muchas cosas serían diferentes tal vez.
Llega la Navidad y siento el fracaso. También te echo de menos a ti, a mi otra yaya. No hay día que no os piense. Fracasé en la tarea de ser pegamento familiar, en ambas partes. Y joder como duele. Duele porque tan solo quería su cariño. Es curioso porque he descubierto que a la única persona que me resisto a perdonar es a mí misma.
Sabéis que voy a luchar por recuperar la confianza perdida, por mi salud, pero primero necesito llorar y entender.
Tal vez aprender a bailar y, con el tiempo, perdonarme.

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