miércoles, 2 de marzo de 2016

Uno de mis muchos borradores.

Hacía tiempo que no la veía; está delgada, muy delgada, y tiene una mirada triste en esos ojos marrones enmarcados por profundas ojeras. Tirita de frío, a pesar de ir abrigada. Pasa desapercibida, justo lo que ella quiere, pero todo su cuerpo es un grito de ayuda desesperado. Subo al autobús y me quedo de pie a propósito, para dejarle un asiento libre; sus "amigas" se adelantan y ella se queda de pie. Escucho su conversación, que deriva en la dieta de una de ellas. Veo sus ojos, agotados y veo sus labios, que fuerzan sonrisas. El autobús avanza y ella se tambalea, agarrándose a mí, que estoy a su lado. Se disculpa pero me acerco y le sirvo de soporte sutilmente el resto del viaje; sin duda está mareada y quiero preguntarle cuánto lleva sin comer. Pero no. Su grupo y el mío jamás se llevaron bien y además va acompañada; no quiero discutir pero me cuesta controlar la rabia de gritarles: ¿en serio es vuestra amiga? ¡Ayudadla, joder!
Se bajan y nos quedamos ella y yo, hasta bajar en la misma parada. Rápidamente apunto mi número en un pedazo de papel. Ahora sí, la llamo y se detiene.
"No estás sola" y le doy el papel, sabiendo que lo tirará.
Pero a veces me equivoco y media hora después suena mi móvil; es un número que no conozco.
"¿Qué sabes tú?"
Sonrío y respondo.

2 comentarios:

  1. Excelente, me gusta mucho. Y en fin, lo peor de todo es entender la situación.

    Mil besos.

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    1. Excelente tu blog :3 siempre es lo peor...entender pero hay que hacerlo! Besos!!

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