lunes, 17 de abril de 2017

Instantes

Paz. Eso es lo que inunda mi interior mientras permanezco sentada en los jardines del Louvre en París con la persona a la que amo. Y ahí, mientras el sol calienta mi piel y las palomas danzan a nuestro alrededor picoteando las migajas restantes de nuestra comida, sonrío. Y escucho; escucho la música y le doy significado propio a una letra que no me molesto en entender porque nada importa excepto la paz que me embarga. Y viendo a la gente reír me asalta la pregunta de cómo pueden existir maldades en el mundo, cómo alguien intentó destruir esta ciudad, si solo transmite paz.

Dos días después.

Roma. Las ruinas que quedan como vestigio de la gran ciudad que fue, quedando cerca el Coliseo. La música inunda de nuevo mis oídos y ya no me siento cansada. Hace calor y tengo ganas de reír. A la paz se le ha sumado la felicidad. 

¿De dónde salen estos sentimientos? Hacía mucho que no me sentía tan cálida, que no reía tanto, que no me sentía tan fuerte, tan amada. Y es hermoso sentirse así, sentir que has encontrado el puerto en mitad de la tormenta, tu sol particular, sentir que has encontrado tu hogar en esa persona, sabiendo que mientras estés a su lado, te sentirás en casa, te sentirás feliz y en paz. Sabiendo que has encontrado a tu alma gemela.

Y que no importa si las fotos salen bien o mal, lo que importa es retratar el sentimiento que se tuvo al hacerlas y reír... reír siempre es lo más hermoso.

Gracias por tanto, mi vida, mi compañero, mi amor...mi todo.




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