miércoles, 19 de abril de 2017

Resistir [Colaborador anónimo]

Hoy, por fin, nos ha llegado la entrada de un colaborador muy especial que por razones personales prefiere ser anónimo. ¡Muchas gracias!

El sol de la mañana entraba por los grandes ventanales de una sala que para nada reflejaba el clima exterior. Aquí se viene a hablar pero la mayoría de las veces se termina en gritos y llanto. Soy mediador de lo que parece un sinsentido que en realidad sirve de ayuda pero hoy parece que el caos está a la orden del día. Padres contra hijos se enfrentan en un eterno debate en bucle sin que nadie ceda y, en medio de la tormenta, alguien permanece en aparente calma. Pero solo es eso, apariencia. Conozco a cada uno de los que hay aquí y sé que este tema le afecta, que está enfadada pero intenta controlar sus impulsos emocionales.
Expresión neutra, solo rota por una ligera crispación de su labio. Y sé que, literalmente, está mordiendo su lengua. Cuento tres minutos antes de volver a mirar y ver que no le funciona. Ahora sus fosas nasales se dilatan y sus dedos tamborilean en la silla, contando hasta diez. Será inútil igualmente. Y sí, necesita más, así que agarra la goma de pelo de su muñeca izquierda y tira de ella una y otra vez. No soy el único que lo ve, su compañera se ha dado cuenta y le sujeta la mano, sabiéndola cerca de estallar. Veo como se aferra a la mano amiga, como se tensa, clavándose las uñas hasta el dolor solo para callar. Mis ojos la buscan, quiero que hable, que grite, pero sin éxito, así que decido hacerla estallar.
Es fácil, ya estamos solos, y una frase es suficiente para que lance por los aires un florero que hay sobre mi mesa. Entonces, cuenta hasta diez, casi la oigo hacerlo, pero prosigo, implacable, sin dejarla escapar llena de sentimientos que la pueden destrozar. Y ella lo sabe y se deja, deja ir todo lo guardado entre gritos que acaban en lágrimas. Odia llorar, pero lo necesita tanto que no puede parar por un tiempo.
Y hoy mi trabajo termina, pero solo hoy, porque estoy para guiarla en el camino, y ayudarla a no destruirse, a no perderse a sí misma, siempre que se deje ayudar. Y sé, con certeza, que queda un largo camino pero que lo está recorriendo valientemente y sin pausa, enfrentándose al dolor de un averno diario que no permite bajar la guardia.

1 comentario:

  1. :O La piel de gallina, puedo imaginar quién lo ha escrito, ojalá colabore más. Me ha encantado. Un abrazo, flacas.

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