¿Qué es lo que te lleva a querer acabar con todo? ¿A desear terminar con tu vida? Todos atravesamos momentos malos y a su vez existen personas que los sobrellevan mejor que otras.
Una de las peores sensaciones aparece cuando te pierdes a ti mismo. Cuando echas la vista atrás y sabes que no es que hayas cambiado, sino que te has estancado, incapaz de dejar atrás el pasado. Y entonces es cuando te has perdido a ti mismo. Y tratas de buscarte pero parece imposible, la persona que eras ya no existe, tan solo queda el fantasma de un recuerdo.
A veces llega un momento en que ya no te importa nada, un momento en el que los cortes se hacen cada vez más profundos y la mirada más perdida. Y decides acabar con todo, porque ya no te importa nada, o eso crees tú.
Las pastillas bajan por tu garganta, mezcladas con batido de chocolate, ¿quién dijo que no podía ser dulce? Pero no. Empiezas a pensar que te mereces un castigo y te viene a la mente un día muy lejano y un cuerpo tirado en el suelo. Quieres saber que se siente. La cuchilla corta muy profundo esta vez, en vertical, como tantas veces leíste que se hacía, y en cierto modo te alivia sentir ese dolor que crees que mereces. Pero de repente... Un atisbo de tu antiguo yo asoma, gritando por vivir y te detienes, deseando que no sea tarde. Has encontrado un trozo del camino y te aferras, luchando, temiendo haber ido demasiado lejos.
Por suerte no era tarde. Pero ya sabes lo que es, ahora entiendes, y no dejarás que suceda de nuevo nunca más.
Elige las batallas que vas a luchar pero ante todo elige la vida.
[Para P. de parte de A.]
No hay comentarios:
Publicar un comentario