En psicología del desarrollo he aprendido las etapas por las cuales se pasa para llegar al logro de la identidad según Marcia; en ellas se dice que para alcanzar el logro de la identidad debe haber crisis, y esa crisis llevarte al compromiso. Normalmente estas etapas ocurren durante la adolescencia, pero hasta ahora yo estaba en lo que se llama etapa de la difusión de la identidad: sin crisis, ni compromiso.
Mi mente ha estado dormida muchos años, en una pausa en la que nada se cuestionaba, nada invitaba a reflexión y la curiosidad por el mundo en el que vivo y todo aquello que lo compone apenas tenía cabida en mis pensamientos... ¿Nada se cuestionaba? Nada, excepto yo y el no ser lo suficientemente buena. ¿Buena para qué? No lo sé, aún no lo sé. En el último mes siento que mi mente ha despertado a la vida, cuestionándolo todo, planteándose cosas que nunca imaginó, reflexionando y entendiendo; es como una especie de sed de saber, de necesidad de entender lo que antes simplemente memorizaba o dejaba estar sin hacer el esfuerzo de comprenderlo, de curiosear acerca de todo lo que me rodea y ponerme a prueba. Es como si hubiese pasado fugazmente por la etapa de exclusión, en la que hay compromiso pero no crisis, en la que sentía esas ansias pero no las dejaba florecer, para desembocar inmediatamente en la etapa de moratoria, en la que no hay compromiso pero sí crisis, aunque ese compromiso sigue ahí latente, esperando una reevaluación y, de ser necesaria, una reconstrucción de mis prioridades, de mis ideas y, porqué no, de mis valores, para después comprometerme conmigo misma, con esa identidad hecha a mi medida, moldeada y querida por mí; estoy en esa especie de "crisis" que me llevará hacia ese ansiado compromiso y a lograr la etapa final, el logro de la identidad.
No todo el mundo pasa por todas las etapas, algunos simplemente se quedan en una de ellas o directamente adquieren el logro de su identidad, esa etapa "ideal" que nos ayuda a definirnos como personas y a labrar nuestro futuro sabiendo quiénes somos y qué queremos. Puede que ni yo misma esté pasando por ninguna etapa y simplemente desvaríe... aunque estoy segura de que algo en mí está cambiando, un cambio necesario y anhelado durante mucho tiempo. Ya no soy una adolescente pero ¡más vale tarde que nunca!
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