viernes, 2 de diciembre de 2016

Dumping

Hola a todos, me llamo Andrea pero en el blog me conocéis como Andy o como Darky. Normalmente escribo sobre los trastornos de alimentación pero he recibido varios correos sobre mucha gente que ha pasado, al igual que yo, por una reducción de estómago y las consecuencias que pueden quedar. No es una operación sencilla, aunque la mía dijeron que lo sería ya que no me operaba por obesidad, sino por problemas de médula e iban a usar una nueva técnica que no implicaba al intestino. ¿Parece fácil, eh? Cortar tres partes de estómago dejando una del tamaño de un envase de yogur. Mi operación trajo dos consecuencias: la primera es que fue demasiado efectiva, lo que hizo que, si ya había dudas sobre si operarme o no, tras adelgazar 20kg más de lo esperado, los médicos comenzaron a culparse unos a otros. Y yo, conocedora de la bulimia, conocí de primera mano la anorexia. De bulímica a obesa, y de obesa a anoréxica. 
La segunda consecuencia es que me seccionaron un nervio, lo que hizo que una recuperación de 3 meses se convirtiese en una recuperación de un año. Incapaz de comer nada sin que mi estómago lo expulsara, ingresé tres veces con desnutrición y deshidratación. Veía la comida y me llenaba solo de observarla. Lloraba, recordando lo que era comer un trozo de pan cuando yo solo podía tomar batidos nutricionales. Mientras lloraba de impotencia, cada vez adelgazaba más y mi deseo era seguir. Cuando comencé a comer, mi garganta empezó a hacer unos ruidos, similares a gruñidos que provocaban en mí vergüenza y un estímulo más para no comer. A día de hoy, lo más probable es que esos "gruñidos" sean permanentes. En el bus, en clase... Cada vez que como o bebo, aunque haya pasado una hora, aparecen. Y si no aparecen, vomito, porque se acumula aire en mi estómago y no hay sitio para más. Pero hay algo más: me duelen, esos ruidos y el hipo que muchas veces me entra, me duelen. Comer implica dolor aunque ya nadie lo nota. Sonríes y ya está. Muchas cosas me siguen sentando mal, otras, gracias a probarlas repetidas veces, las tolero. Terminaría aquí, pero me siento impelida a hablar de una tercera consecuencia, una que me avergüenza y que después de esto no volveré a nombrar. Gracias a vuestros correos, sé que no soy la única... 
El síndrome de Dumping.

El vaciado gástrico rápido, o el síndrome de Dumping temprano, sucede cuando el extremo inferior del intestino delgado (yeyuno) se llena demasiado rápido de alimento.

Esa es la definición técnica. Informalmente, diríamos que al comer, en casos como el mío, por ejemplo, el intestino se atasca y de repente se vacía, haciendo que tengas que correr al baño, con diarreas de por vida (suena bien eh). ¿Qué pasa si no vas? Yo suelo aguantarme si no estoy en casa y trae dolores, vómitos (en mi caso con sangre, por una herida que la bulimia me dejó)... Y miedo a estar fuera de casa en las comidas. Apenas he hablado de esto con nadie, pero por los correos recibidos creo que era necesario... El Dumping es solo una parte de mí misma más, pero aún tengo que aprender a convivir con ella y sigo en fase de negación.

Gracias por vuestro tiempo y feliz puente

2 comentarios:

  1. Pero que valiente es mi flaca ostias!!! Eres un ejemplo a seguir lofff yuu so much mi chica sexy!!!

    ResponderEliminar
  2. Ya sabe que estamos a su lado sos valentía pura salu2

    ResponderEliminar