No, no, no lo haré. Diez minutos después me he rendido y estoy haciendo palomitas. Me las como, despacio, pero antes de acabar ya estoy pensando en calorías. Voy al baño y me miro en el espejo mientras empiezo a llorar. Una voz en mi mente, apenas un susurro, repite lo mismo una y otra vez: vomita, bebe agua y vomita. Soy experta en callar esa voz desde hace tiempo, no me destrozaré así a pesar de que mi cuerpo se siente pesado por la grasa. ¿Por la grasa? Es mi distorsión la que habla, nada ha cambiado. ¡Qué orgullosos deberían estar mis médicos, que distingo la realidad de la enfermedad! ¿Y de qué sirve si el sentimiento no se va? Salgo del baño y tiro el resto de las palomitas a la basura, bien hondo... Mañana me pesaré.
Me voy a la cama, culpable por mi falta de impulsos, rabiosa porque la ansiedad ha vuelto. Duermo finalmente, agotada de tanto llorar, llena de pensamientos sobre mi falta de concentración para estudiar, sobre las palomitas...
Por la mañana, corro al peso pero no ha cambiado desde el otro día. 62,8 kg. Calculo el IMC y me relajo al ver que es normal aunque sé que realmente lo que me importa es la cifra y que dice "peso normal", no "delgadez".
Decido llamar a Pandora pero recuerdo que está ingresada y que no ha mejorado, y lloro. Últimamente lloro demasiado. Últimamente reconozco los síntomas que anteceden a una recaída y me estoy resistiendo porque tengo miedo de perder todo de nuevo.
Tengo miedo. Tengo mucho miedo.
Y, y, y... 62'8. Ansiedad. Miedo. No.
Ya sabes que te entiendo, joder si te entiendo pero en mi caso soy incapaz de luchar. Admiro tu fuerza. Salu2.
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