Hoy recuerdo el día en que firmé un contrato contigo sin leer antes la letra pequeña. Sin escuchar las voces que me advertían de que no eras la libertad, sino la dictadura sobre mi cuerpo.
Cada pensamiento, cada parte de mi vida, pasó a ser tuya, vivía por y para ti, para conseguir unas metas totalmente inalcanzables, una perfección inexistente.
Creía estar ganando, pero lo perdí todo, me perdí a mí misma y caí tan profundo que dejó de importarme incluso respirar.
Dejé de vivir y me limité a sobrevivir, ignorando esa parte de mí que me gritaba que me estabas matando, tenía terror a soltarte de la mano.
Todavía me pregunto cómo pude dejar que entraras en mi vida y que poco a poco me fueras agarrando, cada vez más fuerte, hasta que pensé que jamás podría escapar. Pero lo hice. O eso creía.
Porque volviste, cuando todo parecía ir bien volví a escuchar tu voz diciéndome que nada iría nunca bien, que no lo merecía, y me dejé llevar de nuevo a la oscuridad pensando que no había servido de nada todo el esfuerzo, que habías ganado.
Pero no. Unas manos me sostuvieron, me ayudaron y me abrazaron cada vez que sentía que no podía más, cada vez que quería morir, porque me hiciste desear desaparecer para siempre. Y me levanté de nuevo. Y volví a caer más veces. Hasta que me hice más fuerte que tú.
Hoy sé que tenías un propósito, pero ya lo cumpliste, hoy sé que fuiste la forma que tuve de afrontar algunas cosas, pero ya he aprendido a hacerlo de otra forma más sana, todavía sigo aprendiendo.
Así que hoy, por fin, me despido de ti. Me has acompañado muchos años, pero hace algún tiempo que tu voz enmudeció. Hace algún tiempo que me veo al mirarme al espejo, todavía a veces no me gusta lo que veo, pero lo acepto, acepto cada cicatriz, cada estría, cada imperfección que me hace ser yo. Me acepto y pido perdón a mi cuerpo por maltratarlo durante años. Me pido perdón a mí misma y me prometo seguir aprendiendo a quererme todos los días.
Hoy te digo adiós aunque hace ya algún tiempo que te has ido, pero tenía miedo. Ya no lo tengo. Y por eso te digo adiós y te cierro la puerta, no intentes volver, ya no te necesito, ya no tienes cabida en mi vida.
Ya no.
Adiós.
#30 de noviembre, día internacional de la lucha contra los TCA.
#Yo me sumo, ¿y tú?
[Foto de @yotambienquisesercomoanaymia]
No hay comentarios:
Publicar un comentario