martes, 18 de febrero de 2020

Llamas.

Llamas, llamas, sólo veo llamas. En mi cabeza hay un incendio y no lo puedo apagar; no consume, pero arde. Dulces, hermosas y serpenteantes llamas que me tapan, que me ocultan lo que sea que haya detrás. Probablemente haya un valle precioso, calmado y edulcoradamente utópico. Pero yo solo veo llamas. Quiero estallar, quiero avivar ese fuego, no puedo evitarlo, no muere nunca. Está ahí, y sigue quemando. Qué cálida sensación, en el fondo me reconforta, me hace sentir que sigo viva, y me toca con un cariño doloroso que en el fondo me fascina. Me confunde y me fascina, sube mi adrenalina y todos mis pensamientos estallan. Fuego, mi querido fuego, mi inseparable compañero, temo el día que dejes de nublarme y a la vez lo ansío porque no sé qué me espera detrás de tus llamas ni si lo sabré manejar...

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