Algo que se desgarra mientras escucho a una completa desconocida contar su historia, aunque parece que sea una vieja amiga. Lloro sin importar que me vean y su vista se fija en mí, buscando algo que hoy no puedo mostrar, hoy debo huir.
Esa noche devoro el libro sintiendo ese infierno en mi piel, dejando que las lágrimas fluyan.
Por la mañana me dirijo a ella, un vistazo a mi pulsera y no hace falta más para tener su atención, pero mi estúpida ansiedad hace aparición. Ella la contiene, agarra mis manos y me insta a respirar hondo hasta que me calmo. Hablamos mucho rato pero no me pasa desapercibido el dolor de sus ojos, el tormento bien camuflado y yo me pregunto, ¿cuánto dolor soportas día a día, Laila? ¿Cuántas veces te has levantado? ¿Serás consciente de lo admirable que es? ¿Cuánto control tienes sobre ti misma? ¿Cómo se hace?
Enséñame, enséñanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario