sábado, 10 de junio de 2017

Soy mi propia lotería.

Me ha tocado ser yo. Enamorarme de cosas raras y enamorarme cuando menos lo esperaba. Me encanta el olor que se queda en las manos al pelar mandarinas. El sabor de la sandía fresquita en verano, y comer galletas con leche en invierno. La pasta a la carbonara y el Malibú con piña. De pequeña leía hasta la etiqueta de los botes y nunca salgo sin desodorante. Siempre me miro en el reflejo de los coches aparcados. Los pijamas desestructurados son mi look favorito. Me agobio con facilidad. Soy de charlas largas con amigos y de debatir hasta la madrugada sobre el amor. Bailo peor que canto y nunca estoy satisfecha con lo que escribo. Soy de sangre caliente pero igual de abrigada en cada estación del año. De ver mucho el mar, de escribir hasta en los manteles del restaurante y de viajar de aquí para allá. De hacer cualquier tontería para que alguien sonría mientras yo estoy tres días triste en casa y tres sonriendo por ahí, el séptimo soy bipolar. Soy una historia más. Soy de esas personas que ponen el despertador cinco minutos antes. Adoro Sopelana para escribir, la música a todas horas y los besos con mordida. Soy de las que ven películas en el sofá y se quedan dormidas, de las que son un desastre en la cocina pero se lo pasan pipa intentándolo. Cabezota, terca y testaruda. Un día te hago el amor y otro te pido que me folles. Soy malhablada también. Soy de las que si suena Rulo me emociono. De las que leen libros de papel en el tren, e incluso los huelen y son felices. De las de cenar con amigos y beber hasta un poco, solo hasta decirles que les quiero. De esas que, sin saber nada de ti, lo saben todo. Y si me das tus ojos ya nada se me escapa. Soy de las que valoran muy alto la amistad y que cree que el amor es para siempre, guardiana de secretos ajenos pero celosa de los suyos propios. Un poco loca y rara. O tal vez mucho, supongo que no hay nada mejor. Soy mi propia lotería. Y estoy orgullosa.

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