sábado, 11 de marzo de 2017
Punto final.
Cuando te quedas vacía después de gritar algo, cuando lloras de alivio después de explotar. Es entonces cuando sabes con certeza que el guardarlo solo alimentó un rencor nocivo, que el daño te lo hiciste tú, que realmente merecías mucho más y ya es hora de perdonarte por no darte cuenta antes. Y que si no te quieres cualquiera puede dañarte. En especial esas personas que saben cómo hacerlo. Y lo logran. Pero ahí te das cuenta de que sobreviviste a cosas peores, que esto solo ha sido una piedra en el zapato que tienes que sacar de tu vida, que el perdón es sano pero hay personas que no lo merecen. La solución está en hacerse fuerte, pero sin ser piedra, porque cuando tienes amigos que son tesoros y un novio que vale oro, nada más debería de tener el poder de perturbarte. Así que gracias, gracias a mí misma por soltar, por dejar ir, y gracias a vosotros, por estar ahí y demostrarme que de vez en cuando es bueno dejarse apoyar y que llorar no es de débiles.
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Día tras día me haces sentir orgullosa de ti y de que seas mi mejor amiga. Sigue así, llegarás muy lejos mi flaca! Ah y Santi si lees esto quiero decirte que tienes una novia que vale un universo y que te ama con toda su alma (no hay más que ver como habla de ti y le brillan los ojos) y que te doy el visto bueno si me lleváis a París ��
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