Ella no sabe apenas qué sucede, es muy joven para saberlo. Ella es una niña, fruto de una sociedad enferma que le dijo que no valía, que tenía que cambiar. Y entonces apareció el monstruo de sus pesadillas, ese que le hablaba y le decía que el precio del éxito era autodestruirse. No pudo luchar, su guerra ya perdida desde mucho antes de saberlo, el monstruo feliz porque por fin sería perfecta. Pero ella ya lo era, lo fue siempre, sólo que el espejo no lo reflejó. Y ella murió, sin saber que podía vivir, sin nadie que le dijese que entendía su cansancio pero que había personas confiando en ella, personas dispuestas a enseñarle a manejar y derrotar el monstruo. Su luz se apagó y el monstruo ganó, pero ganó una batalla no una guerra, porque en nuestros corazones brillarás siempre.
—En memoria de Nerea, que con trece años luchó hasta no poder más, de tus compañeras Pandora y Andy—
[Perdón. Perdón por no haber estado para evitar tu caída, por no haber tendido una mano a tiempo]
La piel de gallina, chicas, pero no creo que el perdón sea necesario. Seguro que ella os lee y sonríe
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