Fuego. Fuego que me quema. Pero ¿realmente lo hace? Hoy me paré, en esa pesadilla recurrente decidí pararme y no luchar por una vez. Y el fuego no quemaba. Ni siquiera hacía cosquillas. Y ella me miraba, como siempre, pero ahora hablando, dagas al corazón que duelen más que las llamas. Y despierto, bañada en sudor, rompiendo a llorar como si algo se hubiese roto en mí. Entendiendo. La única persona que me pone obstáculos soy yo misma. Y mi mente divaga, hacia la oscuridad de mi ventana, hacia el cielo de más allá...
Tuve a mis estrellas y pensé que jamás querría tanto a nadie, aunque fuesen amores distintos. Hasta que apareció mi sol. Y entonces descubrí lo que es amar a alguien con todo tu ser. Aún en la distancia alumbra mi oscuridad. Y comprobé que tengo miedo al dolor pero a la vez quiero dártelo todo. Hasta lo que nadie sabe. Cada pieza rota de mí, cada pedacito de mi corazón son tuyos. Pero no son tuyos desde hace poco, no, son tuyos desde hace mucho. Porque sin saberlo te estaba buscando, entre estrellas yo buscaba un sol, te buscaba. Y ahora me declaro tuya, desastre o no, mi objetivo es hacerte feliz, aunque a veces no sepa ni qué hacer conmigo misma, pero por ti... Por ti bajaría al infierno, apagaria la luna y caminaría sobre espinas. Sólo por tu sonrisa, por un minuto entre tus brazos, mi refugio más preciado. No tengo mucho que ofrecer, pero te ofrezco mi vida, porque he llegado a la conclusión de que sin ti, no tiene sentido.
[Infinito más uno]
No hay comentarios:
Publicar un comentario