Un día te rompen el corazón y sientes que todo tu mundo se acaba, que serás incapaz de querer igual, que todos los que a tu alrededor se alegran están equivocados... Pero entonces abres los ojos tú también y ves que la equivocada eres tú. Pero ya es tarde, el sufrimiento está ahí...
Pasan los meses y te centras en otras cosas pero de repente, de casualidad, aparece alguien en tu vida. Y tu mayor miedo es darle tu corazón, ese que has recompuesto pedacito a pedacito hasta tenerlo entero, frágil y con cicatrices, pero entero. Después, te das cuenta de que has comenzado a querer de nuevo y que es correspondido pero de nuevo el corazón tiembla ante la idea de sufrir y tratas de que no se noten tus inseguridades. Y esa persona se va ganando día a día un pedacito de ti, va cerrando cicatrices, va haciéndote perder el miedo... Y tú sientes cada vez más, hasta que sabes que estás amando a esa persona, que lo que sientes no se puede describir. Pero el miedo sigue ahí, diciéndote que tengas cuidado, que a lo mejor no eres suficiente... Pero tú corazón lo acalla, y siempre he sido de escuchar al corazón... Que grita que ama a esa persona y que quiere mil vidas a su lado. Es entonces cuando decides darle algo que cuidas al máximo: ese corazón, imperfecto pero lleno de amor, con la promesa de que nunca le fallará... Y te das cuenta que a pesar de todo, hacía tiempo que lo tenía y que lo estaba cuidando, que tu corazón no quiere irse de su lado...
Todos los caminos me han llevado y me llevan a ti y no tengo intención de buscar la salida. Mi camino es contigo hasta que tú quieras.
Tu corazón vale mucho pero creo que has hecho bien.. Aunque de nuevo, valiente, por reconstruir un corazón roto e intentar ser feliz de nuevo. Te admiro pequeñaja.
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