miércoles, 24 de agosto de 2016

Sálvame de mí misma.

Te llamé, sabiendo que no debía recurrir a ti pero igualmente te llamé. Y ahí estabas, cogiendo el coche para verme. Estaba alterada, pero tu voz me tranquilizaba, tus palabras me hacían regresar a la realidad mientras corría sin destino. Y tú me seguías, espectador de uno de mis malos momentos. Después, un abrazo y un café, la promesa de que mi único enemigo soy yo. Siempre me dices las cosas tal cual son, sin adornos, y esta vez no fue una excepción. ¿Quieres algo? Lucha por ello, agota ese último cartucho que te queda y, si no lo logras, entonces podrás rendirte, pero así no, no mientras te quede la duda de qué podría pasar. Pero se cruzan nuestras miradas y algo te impulsa a preguntar:
¿Te vas a ir pronto?
Y entiendo a qué te refieres, así que te respondo sincera:
Sí, sin despedidas, ya nada me ata.

1 comentario:

  1. Sé que ese día llega ya y sigo deseando que no llegue, pero también se las ganas que tienes de volar. Se que si te vas no volverás pero quiero que sepas que eres una persona increíble

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