Entre peluches.

Soy rara, o eso dicen algunos. Para mi madre y mi mejor amigo, soy un diamante en bruto (ellos, que me ven con buenos ojos). Para mí el regalo más valioso puede ser una simple carta o un álbum de fotos, con eso soy la más feliz. Tengo la habitación llena de recuerdos, para no olvidar jamás quién soy. Puedo pasarme horas en una librería o biblioteca, oliendo las páginas de libros viejos, uno de mis olores favoritos. Adoro los peluches, aunque tengo mi favorito, ese que me regaló alguien especial que ya no está en mi vida y por supuesto me encanta la música: según mi estado de ánimo, puede gustarme una u otra pero Rulo y la Contrabanda son mis favoritos. Los domingos me levanto y, como estoy sola en casa a mitad de mañana, me gusta ponerme a cantar mientras limpio la casa. Perderme por cualquier parte es una de mis aficiones, con buena compañía o, en su defecto, con buena música, imaginando la historia de cada rincón y luego escribirla. Dicen que soy seria, aunque antes no era así, supongo que las circunstancias me han cambiado. Sólo un par de personas me han visto enfadada de verdad, pues reprimo muchas veces lo que siento. Soy tímida, me cuesta, aunque a veces quisiera ser más cariñosa, me contengo...Si veo un parque, unas ferias... soy la primera en subirme, como una niña; adoro pasar ratos con mi abuela, mientras me cuenta historias de su juventud o con mi sobrina o mi ahijada, mientras me sacan esa sonrisa especial que reservo para ellas... Y, por supuesto, tengo defectos, como todos: a veces vuelve esa parte de mí que era tan "borde" y, aunque luego me arrepiento, el daño ya está hecho, soy perfeccionista conmigo misma y muy negativa en cuestiones de amor y creo que todo el mundo tiene una parte buena... Pero hay algo que tengo claro: rara o no, he aprendido algo; he aprendido a que me de igual lo que piensen, a ser yo misma y eso es lo que me hace feliz.