Y pasan los años, los meses, los trenes, y tú en el andén pero siempre los pierdes... Y cuando se marchan... Les gritas pero no se detienen.
Ese insignificante pero a la vez necesario momento de paz, de subir al cercanías y que esté vacío, ponerme los cascos y abandonarme a soñar mientras miro como atardece en la fría tarde de fuera, cobijada en la calefacción... Qué pena que solo haya durado diez minutos el viaje...
No hay comentarios:
Publicar un comentario